03. ¿Por qué se celebra el 23 de febrero?
El mercurio se encuentra en diversos productos de uso cotidiano, tales como termómetros, barómetros, lámparas fluorescentes y otros dispositivos. Así como también se emplea en manómetros, esfigmómetros y algunos tipos de válvulas como las de las bombas de vacío. Claro que, la preocupación sobre la toxicidad del elemento ha llevado a los termómetros y tensiómetros de mercurio a ser eliminados en gran medida en entornos clínicos en favor de otras alternativas.
Del mismo modo, manómetros mecánicos y sensores de calibradores de tensión electrónicos han sustituido a los esfigmomanómetros de mercurio.
Este metal pesado se utiliza, así mismo, en aplicaciones de investigación científica y en mezclas odontológicas, todavía empleadas en algunos países.
También se emplea en las luces fluorescentes, en las que la electricidad que atraviesa una lámpara conteniendo vapor de mercurio a baja presión produce radiación ultravioleta de onda corta, que a su vez provoca la fluorescencia del fósforo que recubre el tubo, produciendo luz visible.
No es encontrado de forma natural en los alimentos, pero puede aparecer en la comida, así como ser expandido en las cadenas alimentarias por pequeños organismos que son consumidos por los humanos, por ejemplo a través de los peces.
Los productos de la cría de ganado pueden también contener eminentes cantidades de mercurio. Y, en cuanto a las plantas, no es común que lo contengan, pero éste puede entrar en los cuerpos humanos a través de vegetales y otros cultivos cuando sprays que lo contienen son aplicados en la agricultura.
Pues el mercurio puede provocar envenenamiento debido a la exposición a sus formas solubles en agua (como el cloruro mercúrico o el metilmercurio), por la inhalación de vapor de mercurio o por cualquier tipo de ingestión del mismo. Es por eso que cuando un termómetro se rompe, una exposición significativamente alta al mercurio ocurre a través de la respiración, durante un periodo de tiempo corto mientras éste se evapora. Esto puede causar efectos dañinos, que afecten a los nervios, al cerebro y riñones y a los pulmones; o causar irritación de ojos, reacciones en la piel, vómitos y diarreas.
Y no se debe olvidar que los grupos de población más sensibles a la contaminación por mercurio son las mujeres en edad fértil, embarazadas o en periodo de lactancia, que pueden acumular el veneno en su organismo y transmitírselo al feto o al bebé, causándole graves lesiones.
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